Siempre te ven mis ojos, ciudad de mis días marinos.
Pero tú duras, nunca desciendes, y el mar suspira
Un soplo de eternidad pudo destruirte,
Por aquella mano materna fui llevado
Con la musa de Vicente Alexandre, puedes recorrer con una esencia y una visión muy especial, esta ciudad tan preciosa, singular, acogedora, andaluza y española. Además en Málaga nacieron los padres de Auxi y mantenemos allí familia y amigos, a los que visitamos con cierta frecuencia... por tanto es una tierra y ésta una ciudad con un cariño muy especial para nosotros, llena de recuerdos.
Te invitamos a recorrerla con nosotros. Vente.
Su milenaria historia nace del mar, dado que quien empezó a poblarla con intensidad fueron los primeros navegantes y comerciantes que, hace ya dos milenios, llegaron a estas costas desde el Oriente mediterráneo. Desde entonces, este ha sido su carácter: ciudad abierta, viajera, comercial y hospitalaria.
Pasear por Málaga hoy en día, brinda al visitante la oportunidad de conocer su milenaria historia, acunada entre el mar y los montes, en el corazón vivo de la ciudad actual.
En escasos minutos es posible salir de su Teatro Romano para recorrer la fortaleza musulmana de la Alcazaba; admirar la majestuosidad renacentista de su Catedral y sumergirse después en la animada vida de las calles cercanas, con su especial ambiente decimonónico.
El centro de la ciudad es una combinación de su antiguo trazado, de herencia islámica, cuya impronta aún conservan algunas vías como calle Granada o calle Fresca, con las reformas urbanísticas del siglo XIX. Su más logrado ejemplo, la calle Larios, constituye el eje principal del Centro Histórico.
Desde que el primer hombre aprendió a manejar las piedras en su propio provecho, aparece su presencia en las tierras de Málaga.
Allá por el Paleolítico Inferior ya se dedicaba a prepararlas para la caza en las terrazas del río Guaro (La Viñuela), en Marchamonas (Periana) y en el Coto Correa (Marbella). Más adelante, hace nada menos que 35.000 años (en el Paleolítico Medio), el Hombre de Neardenthal ocupó lugares al aire libre y cuevas en numerosos puntos de la provincia, destacando las proximidades a los cauces de algunos ríos de la Axarquía, la Cueva de las Grajas, junto al Boquete de Zafarraya, en Alcaucín (donde vivió el hombre de Zafarraya) y el complejo de cuevas, covachas y abrigos de la Araña (junto al mar, en el municipio de Málaga).
Poco a poco, la cueva comenzó a ser el lugar preferido por nuestros antecesores y en el Paleolítico Superior se convirtió en el cobijo preferido de la prehistoria. Las cuevas de Doña Trinidad (Ardales), Nerja, La Pileta (Benaoján) y el Tajo de Jorox (Alozaina), son importantes muestras de esta tendencia.
Y cuando aún faltaban unos 10.000 años para la llegada de nuestra era, en la época que se conoce como Epipaleolítico, el hombre primitivo empezó a descubrir el atractivo de la costa.
Durante el Neolítico, los asentamientos en la provincia se reparten entre la costa y la montaña. Además de la Cueva de Nerja, destaca en esa época su presencia en las sierras del Torcal (Antequera), La Camorra (Mollina), Sierra Blanca (Marbella) y complejo de Hundidero-Gato (entre Montejaque y Benaoján). En las postrimerías de la prehistoria, en la época que se conoce como Calcolítico-Bronce (hacia la mitad del III milenio), el hombre se extiende por la mayor parte de la provincia, dedicándose al megalitismo, del que han quedado extraordinarias muestras en los dólmenes de Montejaque, del Chopo y de la Giganta (Ronda) y, sobre todo, en los sepulcros de Corredor de Menga, Viera y Romeral (Antequera) y las necrópolis en cuevas artificiales de Villanueva de Algaidas y Alameda.
El poblado del Llano de la Virgen (Coín) es uno de los ejemplos más característicos de asentamientos de carácter urbano de la Edad de Bronce. Ahora empiezan a aparecer este tipo de asentamientos, pero la cueva sigue vigente no solo en tierras costeras sino también en el interior de la provincia (Teba, Almogía, etc…)
Durante el período Íbero, el poblamiento tiende, con algunas excepciones, a concentrarse en cerros y colinas de cota media (unos 600 metros sobre el nivel del mar o por debajo de la misma).
Así aparecen materiales de esta época en Campillos, Cañete la Real, Valle de Abdalajís, Álora, Antequera, Colmenar, Periana y Archidona. Posteriormente, la presencia de los primeros colonizadores hará que aparezcan yacimientos Íbero-púnicos o Fenopúnicos con mayor frecuencia en la costa. Son especialmente significativos los restos hallados en Toscanos (Vélez-Málaga), Trayamar (Algarrobo) y Desembocadura del Guadalhorce (Málaga).
Los fenicios llegaron a las costas de la provincia en torno al año 1.000 a. C., creando la ciudad factoría de Malacca (en contacto con el imperio de Tartessos), según cuenta Estrabón, en torno al actual cerro de la Alcazaba. Siguiendo del ejemplo de los fenicios, los colonos griegos arribaron en el siglo VII, coincidiendo con el apogeo de las factorías fenicias.
Estos fundaron Mainaké, al este de Malacca. Ante las tensiones que surgieron entre fenicios y griegos, los primeros llamaron en su ayuda a los cartagineses y una vez que fueron derrotados los griegos, Cartago extendió sus dominios por Andalucía, los cartagineses fortificaron la Malacca fenicia y arrasaron la Mainaké griega.
El poder cartaginés permitió cierto desarrollo urbano y una relativa prosperidad. De su presencia se han encontrado restos en Ronda, Antequera, Arenas, Campillos, Comares y otros muchos pueblos de la provincia.
Los enfrentamientos que se produjeron entre cartagineses y romanos desde mediados del siglo IV a. C. por el dominio del Mediterráneo, dieron como resultado que durante la segunda guerra púnica, con la llegada masiva de romanos, la provincia empezara a sentir de forma notable la influencia de Roma. Durante el período de dominación romana la vida de la provincia de Málaga se desarrolló en algunas ciudades y sobre todo en villas de campo.
De nuevo esta civilización muestra una especial predilección por la costa, ya que la mayor parte de estas villas aparecen allí. El Faro de Torrox, Puerta Oscura (Málaga), Río Verde (Marbella), Las Torres (Estepona), San Luis de Sabinillas (Manilva) son interesantes ejemplos de esta tendencia. A la costa le siguen en preferencia el Valle del Guadalhorce o las cercanías de núcleos de población, como es el caso de la Vega de Antequera, Teba, Alameda, Alhaurín de la Torre, Alhaurín el Grande, Álora, Campillos, etc.
Las ciudades más famosas de esta época son Malaka (Málaga); Osqua, Antikaria, Aratispi y Singilia Barba (en Antequera); Sabora (Cañete la Real); Cartima (Cártama); Lacipo (Casares); Suel (Fuengirola); Cilniana (Marbella); Acinipo (Ronda) y Nescania (Valle de Abdalajís).
Tras la caída del Imperio Romano, fueron los Visigodos los que terminaron imponiéndose en el territorio de la Bética. Pero los enfrentamientos entre facciones rivales favoreció la entrada de los Bizantinos en ayuda en una de las partes en conflicto, consiguiendo a partir del año 552 una intervención especial en Málaga. En la época de Suintila (621-631), los visigodos recobraron el control de la provincia al conseguir expulsar a los bizantinos.
Los enfrentamientos internos entre visigodos continuaron y, al igual que ocurriera con los bizantinos, la petición de ayuda a los musulmanes por una de las partes en conflicto favoreció la llegada de este pueblo a la península.
Después de la derrota de los visigodos en la batalla de Guadalete, Abdalaziz, hijo de Muza, con un ejército compuesto por bereberes, judíos, esclavos libertos y visigodos renegados, conquista Málaga y penetra en el interior de la provincia tomando núcleos como Nescania. Lo que hoy es la provincia de Málaga quedó incluida en la Cora (circunscripción) de Raya, estableciéndose su capital en Medina Arxiduna (Archidona). Precisamente ésta fue la ciudad elegida por Abderramán para proclamarse emir independiente de Damasco en el 756. Posteriormente este emir elegiría la ciudad de Córdoba como capital de Al-Andalus.
De todas las rebeliones internas que se produjeron entre los nuevos dueños del territorio, hubo una que estuvo a punto de dar al traste con el estado cordobés y que tuvo un especial protagonismo en estas tierras. Fue la sublevación del muladí rondeño Omar Ben Hafsún.
Los muladíes-hispanogodos convertidos al Islam. Se hicieron fuertes en el abrupto territorio de la Serranía rondeña, y establecieron en Bobastro (al noroeste de Ardales) su cuartel general. La rebelión, que se extendió por otras poblaciones como Teba, Álora y Comares, fue finalmente sofocada por Abderramán III, quien en el 929 estableció el Califato de Córdoba.
La ciudad de Málaga, que contaba ya con un importante puerto comercial, fue dotada, a mediados del siglo IX, de una Alcazaba para detener las frecuentes invasiones de los piratas normandos.
Durante el período que duró el Califato de Córdoba, el campo de Málaga se vio favorecido con la introducción de nuevas técnicas agrícolas, especialmente regadíos, y nuevos cultivos (plátanos, granadas, higos, caña de azúcar, etc.). Ciudades como Ronda, Antequera, Vélez-Málaga, Álora, Coín, Archidona y otras muchas, fueron enriquecidas con monumentos por las grandes familias locales y, en general, toda la provincia, como el resto de Andalucía, gozó de un amplio período de paz y prosperidad.
Con la caída del Califato surgieron los Reinos de Taifas y en nuestra provincia aparecen dos muy influyentes: el de Ronda y el de Málaga, posteriormente incorporado al reino de Granada.
A partir del siglo X encontramos en la provincia dos comunidades: la árabe-bereber (en la que se integran los cristianos convertidos al Islam -muladíes- y los que decidieron convivir con ellos) y la mozárabe. Los primeros ocuparon las zonas montañosas, especialmente la Serranía de Ronda, mientras que los segundos, o vivían en los arrabales de las ciudades o en el campo.
Los mozárabes eran muy numerosos en la Axarquía, aunque también se extendieron por otras zonas. Se destacan en esta época los núcleos de Jotrón y Santo Pitar (en Málaga), Masmullar (Comares) y Bobastro (Ardales). En la Serranía de Ronda parece que hubo enclaves importantes en Cortes de la Frontera, Alpandeire y Jubrique. También se ha detectado la existencia de eremitas cristianos en Coín, Ronda, Archidona y Bobastro.
Con el fortalecimiento del reino de Granada, Málaga se convirtió en la más importante ciudad comercial de la España musulmana. La ciudad fue engrandecida y fortificada y se construyeron nuevos barrios para dar cabida al gran contingente de emigrantes y refugiados procedentes de las zonas conquistadas por los cristianos.
A mediados del siglo XIV empiezan a ser conquistadas por los cristianos las tierras de Málaga con la caída de El Burgo, Cañete la Real, Ardales y otros lugares, pero la primera conquista importante fue la toma de Antequera en los inicios del siglo XV (1.410) por el regente Don Fernando, conocido como Fernando de Antequera. A él se le atribuye la todavía repetida frase:
¡Que nos salga el sol por Antequera y que sea lo que Dios quiera!,
pronunciada antes del asalto definitivo a la ciudad.
Unos años más tarde de la conquista de Archidona, a mediados del siglo XV, se produjo una reacción importante de los musulmanes que alcanzó su momento más álgido en el llamado "desastre de la Axarquía", cuando en 1.483 las tropas de El Zagal, gobernador de Málaga, infringieron una seria derrota al ejército cristiano. Al año siguiente comenzó la ofensiva definitiva sobre la provincia
La repoblación castellana que se produce después de la conquista de la provincia por los cristianos, permite identificar tres zonas: la comarca de Vélez y su distrito, la zona o comarca de Málaga y la Serranía de Ronda. En la primera destacaba la ciudad de Vélez-Málaga como centro económico y administrativo del territorio.
Su arrabal estaba muy poblado, incluyendo vecinos judíos. En esta zona había junto a los núcleos agrícolas y de pescadores otros de carácter militar como los de Bentomiz (Arenas), Frigiliana y Zalía (Alcaucín). En la zona de Málaga, a la que correspondían los distritos llamados la Ajarquía (zona de levante) y la Garbía (zona occidental), llegaba desde Chilches hasta Fuengirola y desde Casarabonela hasta Comares. La Serranía de Ronda era el granero de Málaga y se distribuía en cuatro distritos: Ronda, El Havaral, Gaucín y Casares.
En general el proceso de repoblación fue arduo y difícil. Hubo frecuentes disputas entre cristianos , levantamientos mudéjares y regreso a sus tierras de bastantes colonizadores que no se aclimataron.
Todo ello, especialmente la expulsión de los mudéjares o moriscos a comienzos del siglo XVII, hizo que el territorio malagueño sufriera las consecuencias de despoblamientos masivos: abandono de extensas zonas agrícolas, entrega del comercio a extranjeros y arraigo del odio racial. A todo esto se unieron diversas catástrofes naturales (desbordamientos del Guadalmedina, epidemias, malas cosechas) que agravaron aún más la pérdida de población.
Con los gobernantes ilustrados del siglo XVIII se apreció cierta recuperación. Se amplió el puerto de Málaga, se favoreció el cultivo de la vid, se creó una amplia protección para la pesca y se reactivó la exportación de seda. Por último, en 1.785 se creó en Málaga un Consulado de Mar que favoreció el gran auge de las exportaciones.
A comienzos del siglo XIX, la invasión napoleónica y las consiguientes reacciones de resistencia dejaron una profunda huella en la economía y las gentes de la provincia.
Los acontecimientos que vivió el país a partir del regreso de Fernando VII tuvieron una gran repercusión en Málaga con hechos como el fusilamiento de Torrijos y sus seguidores en las playas de San Andrés, las sublevaciones contra el Estatuto Real, la participación en la Gloriosa y los sucesos de la I República y la insurrección cantonal.
Pero paralelamente a estos hechos, Málaga conoció durante el siglo XIX un notable auge económico en el que intervinieron la actividad comercial de su puerto, la producción de vinos, cítricos, pasas, frutos secos y azúcar y la creación de grandes industrias y negocios: refinerías, fábricas de tejidos, bodegas, astilleros e incluso ferrerías.
También en este siglo XIX se produjeron en la provincia fenómenos sociales que reflejan la turbulencia del mismo. Baste recordar el bandolerismo que se extendió especialmente por la Serranía de Ronda, el anarquismo, que tuvo manifestaciones violentas en Málaga durante la insurrección cantonal.
La burguesía malagueña no obstó por un nacionalismo al estilo del catalán o vasco, pero sí hubo un cierto andalucismo amparado por la mediana y pequeña burguesía, que aunque no arraigó, debe ser destacado en la historia de Málaga, ya que su más importante propagador fue Blas Infante, natural de Casares.
A comienzos del siglo XX la provincia va a seguir viviendo situaciones que no favorecen su desarrollo, tales como las consecuencias de la plaga de filoxera de finales del siglo XIX, que terminó con la mayor parte de los viñedos, o el terremoto que a finales de este mismo siglo produjo grandes pérdidas en la comarca de la Axarquía.
También la incipiente industria siderúrgica se iba a empezar a resentir por la falta de carbón y el atraso tecnológico hasta llegar al cierre de la misma. Y por si todos estos males fueran pocos, las consecuencias de la Guerra Civil del 36 vinieron a colmar la situación hasta sumir a la provincia en un largo período de estancamiento económico.
Fue en la década de los sesenta y primeros años de la siguiente, de la mano del turismo, cuando se reactiva de forma importante la actividad económica, provocando importantes movimientos migratorios en el interior de la provincia, con desplazamiento de población agrícola al sector de la construcción y de la hostelería y una notable transformación del territorio en el litoral
Por tanto es una cuidad milenaria bañada por el Mediterráneo, punta del sur de Europa que guarda celosamente restos de las culturas que por ella pasaron como hemos recordado en el recorrido historico anterior: fenicios, árabes, romanos... siendo una ciudad con verdadero encanto e historia en la actualidad, además de que la alegría rellena todos sus rincones...
Málaga es una de las ocho capitales de provincia de Andalucía, región perteneciente a España situada en el continente europeo y que limita con Francia al norte, Portugal al oeste y Marruecos al sur (separados por el Estrecho de Gibraltar).
La superficie de la provincia de Málaga es de 7.276 kilómetros cuadrados (398,25 km cuadrados la ciudad) y la población es de 1.200.000 habitantes (aproximadamente la mitad vive en la ciudad).
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