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Berna


Berna

Desde arriba contemplo a la bestia dentada
y recuerdo que en la infancia jugaba con una réplica
en peluche, mucho menos imponente,
presente en la formación sentimental de todo niño alpino.
El foso es la salida del laberinto medieval,
un camino sinuoso de piedra arenisca ocre
en la que han sido labradas las agujas más sorprendentes
y las ventanas de las viviendas.
En una de ellas, mi padre, que ahora es mi hijo,
tocaba la viola con método insistente
mientras yo aprendía el dialecto gótico de mis antepasados.
Los almacenes subterráneos de patatas y manzanas,
los barriles de mosto campesino, las sedes de los gremios
y sus emblemas, la cigüeña azul, el devorador de niños,
la carpa dorada, el ojo de la aguja,
acaban en la rueda de la muerte que acucia a los berneses
junto al símbolo del oso, el animal.
Desde la altura de la nieve desciendo a la casa de las bestias,
y apoyado en el borde, me asomo a ver sus fauces.
@Rodolfo Häsler





El casco viejo de la ciudad de Berna, en la lista del patrimonio cultural de la humanidad de la UNESCO, es un magnifico legado medieval y un punto de interés para miles de turistas.

"La historia de Berna está íntimamente ligada a su río, el Aare",

Visita obligada para muchos autobuses turísticos que cruzan Europa Central, el casco viejo de Berna, si bien puede ser recorrido sin gran detenimiento en unas horas, merece dedicarle más tiempo para disfrutar de su oferta cultural y de entretenimiento.

Caminar antes del anochecer por alguno de sus puentes, ver el reflejo de los rayos del sol en las aguas del Aare y tomar una bebida en alguna de las terrazas de las concurridas calles de la ciudad en las tardes de sol puede ser una buena excusa para hospedarse en alguno de los hoteles de las calles adoquinadas de la capital de Suiza.


El Jardín de Rosas (1902) ofrece una vista panorámica magnifica de su casco histórico, los verdes campos en su entorno y a la distancia, el contorno de los Alpes.

Desde allí comenzamos a recorrer el mismo sendero en el que la ciudad fue avanzando en los primeros siglos de su desarrollo.

Antes de este encuentro con la historia nos distrae la muchedumbre congregada alrededor de la fosa de los osos. "Estos fosos fueron construidos a mitad del siglo XIX como representación del escudo de Berna, el animal heráldico, el emblema de la ciudad", .


Y allí, con una anécdota, inicia nuestro encuentro con los comienzos del casco viejo: "Hay una leyenda que acredita la presencia del oso en el escudo de Berna y es que en - en el año 1191 - el duque fundador declaró que la ciudad llevaría el nombre del primer animal cazado."


"Oso, en alemán se dice 'Bär' por lo que de allí se desprende la palabra 'Bern'. Los que no creen en leyendas piensan que el nombre tiene origen céltico", apunta nuestra guía de origen español, que desde hace 21 años recorre con los turistas las calles de la ciudad.


La historia de Berna inicia en el meandro del Aare donde su fundador, Bertoldo V de Zeringen, erigió una fortaleza que tras su muerte fue destruida por los pobladores de la ciudad entre los años 1268 y 1270.

La Iglesia de Nydegg fue construida justo sobre las ruinas de la fortificación entre 1341 y 1346. "Edificar una iglesia era una forma de decir 'por encima de nosotros no hay ningún emperador, sino sólo Dios",

Desde el puente de Nydegg vemos el barrio de Matte, en la parte más baja de la ciudad diseñada por el cauce del Aare.

"Antiguamente vivía aquí el artesanado. Había por ejemplo, curtidores de pieles, personas dedicadas a la cerámica y también había muchos molinos de harina y aserraderos.
Actividades que requerían del agua. Hoy día hay muchos artistas que viven cerca del río.

A mediados del siglo XVI vivían allí 600 personas, el 10% de la población de la ciudad. Actualmente viven 1.400.

Una central en funciones desde 1891 abastece actualmente la demanda de electricidad de 1.700 hogares.


"La historia de Berna está íntimamente ligada a su río, el Aare", subraya Michel, con más de cuarenta años viviendo en Suiza.

Sólo basta recordar que a finales de agosto de 2005 el barrio afrontó una nueva inundación que llevó a la evacuación temporal de sus habitantes debido a que el cauce del Aare creció hasta cuatro veces más de lo normal tras las persistentes lluvias que se presentaron en la región.


Al llegar al otro lado del puente nos encontramos en la Calle de la Justicia, revestida con decenas de banderas de todos los cantones de la ciudad.


Allí destacan por supuesto las famosas y muy bien conservadas arcadas. "Son casi seis kilómetros de soportales. Se dice que es el circuito comercial más largo de Europa", agrega nuestra guía, quien hace alusión a los comercios actuales que a nuestro paso aparecen: tiendas de antigüedades, boutiques, galerías o cafés.

En el callejón de Junkergasse doblamos a la izquierda para llegar a la catedral, la más destacada del gótico tardío en el país.

El pórtico, en el exterior, y dentro, la sillería del coro (la primera renacentista, 1525) y la vidriera del Juicio Final, situada en la capilla central (1460) son los elementos destacados en las guías turísticas y también son motivo de explicación por parte de nuestra anfitriona.







Conocer la mayor construcción religiosa de Suiza (iniciada en 1421) requiere de tiempo y no todos los turistas que la visitan lo tienen. Al año se calcula que unos 70 mil de ellos se deciden a subir su torre, también la más alta del país (con 254 escalones y terminada en 1893).


De regreso a la vía central del casco viejo hacemos una parada rápida ante la Casa de Einstein en la Kramgasse 49.


Pero como en toda visita guiada, el tiempo apremia. Hay que estar cuatro minutos antes de la hora ante La Torre del Reloj, el edificio civil más apreciado por el turismo.

Esta torre que hacía las veces de prisión se convirtió en campanario tras el devastador incendio de 1405.

Debajo del gran reloj se encuentra "el reloj astronómico con la hora solar". Al lado se encuentran las figuras mecánicas (1527-1530) que ocupan nuestra atención.


El monumento civil más visitado en Berna. "A tres minutos antes de la hora el gallo canta por primera vez y lo hará tres veces en relación con la frase que dijo Jesucristo a San Pedro: 'Antes de que el gallo cante tú me negarás tres veces'. Después, el bufón toca las campanas y los osos -a los pies de Cronos- también giran. El gallo de nuevo canta y a la hora en punto Cronos gira el reloj de arena que tiene en su mano, cuenta las campanadas moviendo su boca y el cetro que porta en la otra mano."


Con el tercer canto del gallo termina el espectáculo. "El mérito es que se ha conservado el mecanismo de origen. El reloj funciona como funcionaba en el siglo XVI".

El Palacio Federal, sede del gobierno suizo, y las once coloridas fuentes históricas que adornan las calles, te permiten pasear con el agua como centro de casi todo.


No obstante, la tarde soleada invita ahora a disfrutar de alguna especialidad suiza -un Rösti, por ejemplo- en alguna de las mesas de la Plaza de los Osos, (Bärenplatz), "llamada así en recuerdo de la primera fosa con esos ejemplares que existió aquí, cuando la ciudad aún estaba amurallada".

Una visita guiada interesante, pero que apenas resulta el marco introductorio para conocer el casco histórico de Berna. Por ello, una pareja de turistas de Valencia comenta que esta es su segunda vez en Berna: "La primera vez hicimos un viaje de dos semanas por Europa y visitamos Berna en unas horas, pero esta vez vinimos solos porque queríamos ver todo con más detenimiento". ¿Quién dijo que Berna podía conocerse en poco tiempo?




Una mirada al casco viejo de Berna, capital de Suiza y patrimonio mundial

Se calcula que el turismo genera en Berna 750 millones de francos anuales.

Berna Turismo indica que este sector es uno de los más importantes para la economía de la ciudad e impulsa directa o indirectamente a alrededor de 7.500 puestos de trabajo.

El valor de Berna como parte del patrimonio cultural de la humanidad es muy apreciado en el exterior, especialmente en el mercado asiático.

La Oficina de Turismo de Berna, con oficinas en la estación de tren central y en la fosa de los osos, tiene una amplia oferta de recorridos guiados por la ciudad en diversos idiomas, entre ellos, el español.

El Zentrum Paul Klee, el Estadio de Suiza, la remodelación de la estación de ferrocarriles y una nueva política de promoción de la Oficina de Turismo de Berna conforman el nuevo rostro de Berna.

'Berna, capital de las impresiones', es el eslogan que sustituye al de 'Berna, Patrimonio de la UNESCO' para invitar al público a visitar la capital suiza.


El 'Stade de Suisse' - en Wankdorf, zona periférica de la ciudad- se prepara para ser una de las sedes de la fiesta del balompié europeo en 2008 mientras que el 'Zentrum Paul Klee' se convierte en uno de los atractivos de la oferta cultural de la ciudad que cosecha éxitos aún este año junto con la exposición sobre Einstein, en el Museo de Historia.
Más de 200 mil visitantes han acudido a ver la muestra.
El gran interés que ha despertado la mayor de las exposiciones en el mundo sobre el científico que vivió en Suiza a principios del siglo pasado ha llevado a postergar su cierre.


Berna, junto con sus 127 mil habitantes, pareciera que extiende sus dominios con la construcción de un gran almacén en su periferia y con el impulso de su pequeño, pero internacional Aeropuerto de Berna-Belp.

En invierno, este aeródromo vio crecer en 50% el número de aviones que allí descendieron, en comparación con las cifras del mismo periodo del año precedente.

Los vuelos charter llegados de territorio británico, que trajeron consigo a un turismo ávido de nieve y que se dirigió hacia los Alpes berneses para esquiar (Interlaken, Lauterbrunnen y Grindelwald), fueron el factor principal de este crecimiento.

A final de cuentas, este aeropuerto es la única puerta internacional del cantón de Berna y, por supuesto, una buena carta de visita para la ciudad y sus alrededores.

En marzo pasado el gobierno cantonal aceptó apoyar con tres millones de francos el proyecto para hacer una segunda prolongación de la pista del aeródromo (de 1.510 a 1.730 metros), y así poder cumplir con las normas actuales de la aviación internacional.

Sólo para enmarcar su impacto en el turismo local cabe mencionar que este invierno generó 95.000 pernoctaciones en las montañas bernesas.




La otra nueva cara de Berna se observa en su remodelada estación de tren que es utilizada diariamente por un promedio 145 mil viajeros, según indicó Lauira Zurbriggen de Ferrocarriles Federales Suizos (FFS) a swissinfo.

Capital del cantón con el mismo nombre, Berna también es la antigua capital federal. Un hecho que le permite acoger a los representantes diplomáticos del mundo acreditados ante el gobierno suizo en una de las zonas residenciales más bonitas de la ciudad, la del barrio de Kirchenfeld, rodeada de verdes arboladas y casonas patricias que tuvieron origen a finales del siglo XVIII y principios del XIX.

En las tiendas y comercios de la capital se escucha el bernés, un dialecto de origen germánico de cadencia un poco lenta y que concede cierta personalidad a los berneses, distinguidos por sus compatriotas ante su aparente lentitud al hablar y al actuar.


No obstante esta fama podría tener que ver más con su actitud discreta.
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Hay muchas personas españolas empleadas. A Auxi y a mí nos atendió una gallega en pleno centro de Berna. A los berneses les interesa poco acaparar reflectores y eso pareciera también repercutir en la posición de su ciudad que no lucha por colocarse entre las grandes urbes europeas ni cuenta con la popularidad de sus hermanas, Ginebra, Zúrich o Lucerna .

Esperamos volver Berna. Seguro que nos verás de nuevo.

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